Entrevista a Urban Vakero, Neztic, Wakal, Bishop y Vate, por Christian Obregón, 2003
Hay que decirlo: los integrantes del Chill ánd go no son diyeis como generalmente se piensa. Y no se trata aquí de demeritar a estos personajes amantes del acetato, sino más bien de aclarar que el colectivo en cuestión está formado por músicos que se dedican a hacer música más que a amenizar fiestas donde se toque en las tornamesas “las rolas que todo el mundo tiene”.
Con un año aproximadamente de haberse consolidado como colectivo, el Chill ánd go se presenta como una agrupación abierta de personajes con direcciones e intereses distintos, pero con un pretexto en común: hacer música urbana. De manera más particular: samplear (recolectar muestras de audio) la cotidianeidad de la ciudad de México desde la perspectiva del género electrónico y sin caer en las posturas radicales o apocalípticas en que cayeron en su momento colectivos como Binaria.
El término Chill ánd go proviene de una raíz anglomexicanista poco conocida hasta el momento. De hecho, se trata de un juego visual más que sonoro, a través del cual los músicos se insertan en un movimiento antimainstream y desde el cual hacen apología de su gentilicio (recuérdese que los creadores han sido nacidos y radicados en el Distrito Federal, aunque, aseguran, “el vocablo chilango tiene que ver más con la gente que viene de fuera a establecerse aquí y no precisamente con los que nacimos en esta metrópolis”)
Sea como sea, el colectivo (que nada tiene que ver con hacer la competencia, ni mucho menos la analogía con Nortec, ni nada por el estilo) está compuesto por cinco elementos a saber:
a) Bishop, quien ha trabajado en la escena nacional de la música electrónica desde 1991 explorando los campos del synthpop y el EBM. Es además el creador de Cibernia, proyecto con el cual consolidó parte de su carrera durante los siguientes 7 años. Editó el CD Cibernia/00:00::01 y el Faith to Great/Once my faith bajo el sello Hope System Rec, del cual es co-fundador junto con OW y G Brown. Bishop explora junto con el resto del colectivo chill ánd go los sonidos de la ciudad de México y sus alrededores, sonidos que hacen único este país y proporcionan un lenguaje que es cotidiano para sus habitantes; un diálogo en el que estamos sumergidos
b) Neztic, músico originario de Cuernavaca, Morelos, ciudad donde llegó a trabajar en varios proyectos locales dedicados a la experimentación electroacústica. Establecido desde 1999 en León, Guanajuato, Manuel Montes de Oca es la persona detrás del proyecto NEZTIC, una fusión de influencias latinas y electrónicas, combinadas con vocales femeninas (grabadas a larga distancia por Melisa Arreola), que dan como resultado la mezcla de influencias tech house, texturas sonoras experimentales y estructuras post cumbieras.
c) Urban Vakero, quien desde la edad de 22 años empieza a observar la escena eléctronica nacional, y como punto de partida funda el proyecto llamado Vakero, un trabajo lleno de atmósferas de alto volumen matizadas con sonidos del Jazz, latin grooves y poderosos breaks de tarolas, que transportan a lugares donde la lucha por sobrevivir va más allá del simple populismo.
d) Vate, el cual comenzó su carrera musical como una simple experimentación a manera de juego en un teclado simple. Debe decirse, también, que Vate ha sido considerado como “el sonido que perfectamente representa el encuentro entre una catástrofe digital y el nacionalismo de los productores mexicanos actuales, quienes ven la música electrónica como un lenguaje que puede decir mucho sobre ellos mismos”.
e) Wakal, mismo que además de haber lanzado recientemente su disco Pop street sound, es de la idea de que “todo lo que suena tiene Beat”. Y en esta ciudad hay tanto ruido que terminas acostumbrándote a él, dice. “Al final lo odias, te divierte o formas parte de la mancha sonora. Yo me harté tanto de este ruido que terminé grabándolo. Todo y todas las cosas que ocurren en la calle fueron pretexto para samplear la gran Ciudad de México a partir del año 2000, con el fin de integrar el sonido, la gente y la vida urbana a un proyecto musical”.
Visto de manera objetiva ¿qué es o qué pretende ser el Chill ánd go?
Vate. En realidad eso aún no está definido para los libros de historia, pero el nombre es una adaptación que tiene que ver un poco con el chill out, aunque no es precisamente lo que hacemos, musicalmente hablando. Lo que pretendemos hacer no es más que electrónica basada en lo urbano. Con esto no quiero decir que la música sea exclusiva de la ciudad ni que estemos tocando límites localistas, sino que tratamos, más bien, de aprovechar la cantidad inmensa de información que hay en esta urbe a fin de convertirla en arte sonoro.
Wakal. Yo creo que lo que perseguimos es meramente hacer música. El Chill ánd go es así como un trabajo de equipo, ya que queremos participar en la construcción de una escena no sólo de una noche “dancefloor”, sino tambien de músicos y discos para el país en general. No somos tampoco una representación musical de la ciudad, sino sino varias personas que se agruparon por idea de Neztic y Vate. En ese sentido, el colectivo lo percibo muy fuerte, aunque como escena todavía está en el hoyo medio underground, ya que no ha sido nuestra meta la de hacer fiestas. Eso es para después; cuando hayamos producido lo que realmente tenemos en mente.Tampoco somos una agrupación que tenga como finalidad rescatar nada, ya que generalmente cuando se hace esto, es cuando más se degrada lo que se quiere rescatar.
Bishop. Sería muy difícil definirnos. Lo único que queremos es hacer música, a través de nuestra visión urbana. Esta inquietud la traíamos desde hace mucho tiempo y puedo decir que este fue el detonante para que nos juntáramos. Finalmente somos un proyecto que apenas está progresando. Quien escuche lo que hacemos, podrá darse cuenta de que cada uno de nosotros tiene lineamientos de creación bien distintos. Por un lado Vate se siente más identificado con el electro, mientras que Wakal está instalado en otro rollo. Neztic se la pasa sampleando cumbias y salsas y yo me la estoy aventando en cosas de down tempo. Yo creo que el Chill ánd go es una manifestación de nuestra visión de la ciudad. Hasta ahora no podríamos compararnos con nadie. Todo lo hemos hecho para difundir nuestros trabajos independientes y no pretendemos casarnos nunca con este proyecto. ¡Es una plataforma! Algo bien característico de nosotros es que nos estamos entrometiendo también con la onda del diseño gráfico, lo visual y lo multimedia.
Timbre, beat y tono: la trilogía fundacional
Para los “chill and goes” (a pronunciarse: chilangos) existe una serie de factores que les proporcionan unidad. Se trata, pues de explotar al máximo el timbre, el tono y el beat de la ciudad que los ha visto experimentar con sus propias onomatopeyas (no hay otro término más adecuado para definir la cantidad de ruido que se genera en ella)
Y no sólo es válido, para ellos, reciclar los sonidos de la gente gritando en los mercados o tocando en el metro, sino que lo urbano tiene un espectro mucho más amplio.
Bishop. Habría que ver que lo urbano puede ser también hasta los programas de televisión o los noticieros; los centros sociales que van de los más snobs a los de corte extremadamente popular. Algo que me sorprende es que los programas radiofónicos que yo escuchaba de niño se siguen transmitiendo. Todo eso también es algo bien urbano y puede incluso recaer en lo folclórico o lo kitsh. La influencia está ahí. Lo que haga cada uno de nosotros corre por cuenta suya.
Wakal. Es impresionante escuchar todo lo que pasa en la calle porque uno generalmente no se da cuenta, pero vivimos con un nivel de decibeles muy cabrón, lo cual lo traduzco en emociones como el estrés, la angustia e incluso como una especie de esquizofrenia. Las horas que pasé en la calle fueron para encontrar que más había en la calle. El valor urbano que pueda tener este sonido es de la propia ciudad. Lo único que he hecho es ofrecer mi mediación en este sentido. El asunto urbano es un elemento bien rico. Creo que antes de empezar a planear una ciudad o cambios estructurales de la ciudad, no sólo hay que mirar lo que comen o lo que visten sus habitamtes, es preciso ir más a fondo. El sonido es elemental en diseños de este tipo. Lo que me asombra es que en la calle hay un lado artístico en potencia, un lado freak muy fuerte y una cara triste muy desahuciada. El lado urbano también emana miedo, desinformación . . .
Con todo esto ¿cuál es el diagnóstico que hacen de la ciudad?
Wakal. Es extremadamente complejo aventarse a hacer un diagnóstico de este tipo. Sin embargo encontré que tenemos una gama audible muy limitada. En una ciudad como ésta, llena de ruido, el campo audible se reduce. Es decir, que hay tanto ruido que oímos menos de lo que se está generando. Lo que encontré es que hay una cantidad grandísima de información que se puede traducir no sólo en música, sino en guiones para cine, tele, radio o lo que se les ocurra. En instalaciones, en teatro y un sin fin de posibilidades. No sé cómo una ciudad tan variada en simbolismos no explota más todo lo que se genera diariamente en cuanto a datos probables de procesamiento.
Bishop. Yo sólo puedo decir que hay una tendencia hacia la construcción más allá de estar cayendo en esa autodestrucción que tanto se ha anunciado a través de la filosofía o la literatura. En el campo de la música te puedo decir que hay mucho interés por la experimentación.
Vate. En cierto sentido, creo que también hay una tendencia retro en el sentido de volver a retomar el optimismo y el futurismo, por lo menos desde ciertos puntos de vista como la admiración por las máquinas, por lo nuevo y por las tecnologías. En algunos casos he tratado de ironizar todo lo que pasa en nuestro entorno. Lo interesante del método Chill ánd go es que puedes tomar cualquier aspecto social o urbano, ya que el porcentaje que vive en las ciudades es enorme y de algún modo les va a llegar.
Musicalmente hablando¿ les sorprende algo en pleno 2003?
Bishop. ¡Huy!, eso está muy grueso porque si en una misma noche te quieres divertir de tres maneras diferentes lo logras. Hay un espectro gigante de posibilidades que es muy difícil de agarrar. Eso es lo más sorprendente, al menos en esta ciudad. Otra cosa que me deja atónito es la avidez que tiene la gente por la euforia, independientemente del género que prefieran. Antes me gustaba hacer trance para ver brincar a todo el mundo. Ahora me gusta verlo aún, pero ya no me late hacerlo.
Vate. A mí me sorprende el nivel de pluralidad cultural que hay. Además, etnológicamente, es interesante ver ese aspecto rural que aún existe en esta urbe. Y lo mejor de todo es que conviven. Esos contrastes por supuesto que son material para trabajar.
Wakal. A mí lo que me interesa mucho, es la relación persona-beat Finalmente, es esto lo que da la candela a la música, lo que hacía bailar a la gente, porque pareciera que eso es lo único que importa: el beat. Y con esto no quiero decir que la música más rápida haga mover más a la gente. Al contrario, si la rola está bien estructurada, por más lenta que esta sea, la música te lleva aunque sea despacio. Los primeros ejercicios que yo hice tuvieron que ver con mezclar a Banda el Recodo. A mí me encantan estos tipos porque tienen un power hermoso en los metales. Para mí es alucinante ver las plazas llenas de gente bailando al son de un trombón y de un wey cantando, mientras que nosotros que trabajamos en estudio también tenemos un elemento que lleva el feeling de la canción, pero no de manera tan brutal. Lo tribal perdura, pese a quien le pese.
¿Científicos sociales o artistas tecnócratas?
Me llama la atención el empleo que hacen de lo “urbano” para producir música. Sin embargo, creo que este tipo de arte no está disponible para todos aquellos que posiblemente nutren sus tracks
Vate. Bueno, eso es evidente. Para como está la electrónica ahora, lo que hacemos es prácticamente para el público que está pendiente de la escena electrónica. Pero luego viene el remix que posiblemente llega a más gente. No se trata de apelar a los 20 millones de habitantes que hay en el Distrito Federal, pero eventualmente tocar esta clase de música resulta de interés, ya que puede quedar incluso como documento de una etapa determinada de esta entidad.
Hablar de documentos, de información, de símbolos e incluso de etnologías me suena como al discurso de un científico social
Bishop. Es que es eso precisamente lo que hacemos de cierto modo. El disco de Wakal me late mucho por eso; porque estamos haciendo arte y de pronto pensar que se puede hacer música a partir de la cultura popular, me resulta increíble. No sé hasta qué punto le interese a la gente escucharse en un disco con tintes de house, pero sé que la reinterpretación de esas realidades es necesaria. En efecto hay una parte antropológica, pero traspolada hacia la música.
¿Entonces en qué esfera se ubican? ¿arte, ciencia o tecnología?
Wakal. Creo que es una combinación de las tres. Evidentemente la concepción del arte se ha visto modificada de acuerdo a la época en que se lleva a cabo. A nosotros nos tocó ésta y no podemos renegar de que hacemos un poco de todo esto. Sería una especie de sacrilegio dejar a la ciencia o a la tecnología del lado, pero sería muy penoso también decir que lo que hacemos no es arte. En este preciso momento de la historia la interdisciplinareidad está a la orden del día y no como vanguardia, sino como forma de vida.
Hablando de ciencia y tecnología, ¿qué es lo que necesita un chill and go para hacer música?
Bishop. En tiempos de la pragmática, sólo es necesario una computadora, un grabador portátil y si tienes algo de software o hardware extra, pues está de pelos.
Wakal. Cualquier cosa, una grabadora de diputado incluso peor que la que estás usando para grabar esta entrevista, un micrófono de clip y cualquier estudio IDEA (Improvisados DE Azotea)
¿Creen que están insertos en el auge de la música electrónica?
Bishop. Sinceramente no lo creo. Y de ser así, yo creo que ha sido para bien y para mal porque este rollo se ha tomado como bandera para promover el consumismo brutal. Aclaro: no somos radicales, pero es triste ver como el músico electrónico o el diyei ha sido tomado como imagen modelo para crearles necesidades a los nuevos adolescentes. Y si no me creen, echen un ojo a los anuncios de la tele. Un problema es que se vea a la electrónica como una moda, pero es cierto que ha trascendido a muchas cosas como al rock. Creo que más bien han evolucionado las cosas y sólo somos unos de tantos que están trabajando sobre cosas similares.
Vate. Yo me ubico en una generación pos-rave. Los rituales que acompañan esta manera de hacer música corresponden a otro tiempo. Ahora sólo nos queda ponernos a inventar, experimentar y proponer nuevas cosas con el material que tenemos; con la información que hay.